
Esquema para Adviento

Tiempo litúrgico de adviento toca playera morada

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Canto de Entrada - Que Alegría
Misa de Quince Años
CANTOS

PORQUE DIOS ES NUESTRA OPCIÓN
























Domingo de Ramos



















































































Rojo
DOMINGO DE RAMOS, «DE LA PASIÓN DEL SEÑOR»
MR p. 247 [257] / Lecc. I p. 309. LH Semana II del Salterio.
CONMEMORACIÓN DE LA ENTRADA DEL SEÑOR EN JERUSALÉN
Primera forma: Procesión A la hora señalada, los fieles se reúnen en una iglesia menor o en algún otro lugar adecuado, fuera del templo hacia el cual va a dirigirse la procesión. Los fieles llevan ramos en las manos. El sacerdote y los ministros, revestidos con los ornamentos rojos, se acercan al lugar donde el pueblo está congregado. El sacerdote, en lugar de casulla, puede usar la capa pluvial, que dejará después de la procesión, y se pondrá la casulla. Entretanto se canta la siguiente antífona u otro canto adecuado:
ANTÍFONA Mt 21, 9
Hosanna al Hijo de David. Bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel. Hosanna en el cielo.
Enseguida el sacerdote saluda al pueblo de la manera acostumbrada y hace una breve exhortación, invitando a los fieles a participar activa y conscientemente en la celebración de este día. Puede hacerlo con éstas o semejantes palabras. Queridos hermanos: Después de haber preparado nuestros corazones desde el principio de la Cuaresma con nuestra penitencia y nuestras obras de caridad, hoy nos reunimos para iniciar, unidos con toda la Iglesia, la celebración anual del Misterio Pascual, es decir, de la pasión y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, misterios que empezaron con su entrada en Jerusalén, su ciudad.
Por eso, recordando con toda fe y devoción esta entrada salvadora, sigamos al Señor, para que participando de su cruz, tengamos parte con él en su resurrección y su vida.
BENDICIÓN DE LAS PALMAS
Después de esta monición, el sacerdote, teniendo extendidas las manos, dice una de las dos oraciones siguientes:
Oremos: Dios todopoderoso y eterno, santifica con tu bendición + estos ramos, para que, quienes acompañamos jubilosos a Cristo Rey, podamos llegar, por él, a la Jerusalén del cielo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén.
O bien:
Oremos: Aumenta, Señor Dios, la fe de los que esperan en ti y escucha con bondad las súplicas de quienes te invocan, para que, al presentar hoy nuestros ramos a Cristo victorioso, demos para ti en él frutos de buenas obras. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén.
Y, en silencio, rocía los ramos con agua bendita. Enseguida el diácono, o en su ausencia el mismo sacerdote, proclama del modo acostumbrado el Evangelio de la entrada del Señor en Jerusalén, según el evangelista correspondiente a cada Ciclo litúrgico Si es oportuno se usa el incienso.
EVANGELIO
[Bendito el que viene en nombre del Señor.]
Del santo Evangelio según san Lucas 19, 28-40
En aquel tiempo, Jesús, acompañado de sus discípulos, iba camino de Jerusalén, y al acercarse a Betfagé y a Betania, junto al monte llamado de los Olivos, envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: “Vayan al caserío que está frente a ustedes. Al entrar, encontrarán atado un burrito que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo aquí. Si alguien les pregunta por qué lo desatan, díganle: ‘El Señor lo necesita’ ”.
Fueron y encontraron todo como el Señor les había dicho. Mientras desataban el burro, los dueños les preguntaron: “¿Por qué lo desamarran?” Ellos contestaron: “El Señor lo necesita”. Se llevaron, pues, el burro, le echaron encima los mantos e hicieron que Jesús montara en él.
Conforme iba avanzando, la gente tapizaba el camino con sus mantos, y cuando ya estaba cerca la bajada del monte de los Olivos, la multitud de discípulos, entusiasmados, se pusieron a alabar a Dios a gritos por todos los prodigios que habían visto, diciendo: “¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!”
Algunos fariseos que iban entre la gente le dijeron: “Maestro, reprende a tus discípulos”. Él les replicó: “Les aseguro que si ellos se callan, gritarán las piedras”. Palabra del Señor.
Después del Evangelio, puede tenerse una breve homilía. Al iniciar la procesión, el celebrante, el diácono u otro ministro idóneo puede hacer una monición con estas palabras u otras parecidas:
Queridos hermanos: Imitando a la multitud que aclamaba al Señor, avancemos en paz.
O bien: Avancemos en paz. En este caso responden: En el nombre de Cristo. Amén. Y se inicia del modo acostumbrado la procesión. Si se usa el incienso, el turiferario va adelante. Un acólito u otro ministro con la cruz adornada con ramos, según la costumbre del lugar, y, a su lado, dos ministros con velas encendidas. Sigue luego el diácono con el Evangeliario, el sacerdote con los ministros y, detrás de ellos, los fieles con ramos en las manos. Al avanzar la procesión, el coro y el pueblo entonan los siguientes cánticos u otros apropiados en honor a Cristo Rey:
ANTÍFONA 1
Los niños hebreos, llevando ramos de olivo, salieron al encuentro del Señor, aclamando: “Hosanna en el cielo”. Si se cree oportuno, puede alternarse esta Antífona con los versículos del siguiente Salmo:
Salmo 23
Del Señor es la tierra y lo que ella tiene, el orbe todo y los que en él habitan, pues él lo edificó sobre los mares, él fue quien lo asentó sobre los ríos. Se repite la antífona. ¿Quién subirá hasta el monte del Señor? ¿Quién podrá entrar en su recinto santo? El de corazón limpio y manos puras y que no jura en falso. Se repite la antífona. Ese obtendrá la bendición de Dios y Dios, su salvador, le hará justicia. Esta es la clase de hombres que te buscan y vienen ante ti, Dios de Jacob. Se repite la antífona. ¡Puertas, ábranse de par en par; agrándense, portones eternos, porque va a entrar el rey de la gloria! Se repite la antífona. Y ¿quién es el rey de la gloria? Es el Señor, fuerte y poderoso, el Señor, poderoso en la batalla. Se repite la antífona. ¡Puertas, ábranse de par en par; agrándense, portones eternos, porque va a entrar el rey de la gloria! Se repite la antífona. Y ¿quién es el rey de la gloria? El Señor, Dios de los ejércitos, él es el rey de la gloria. Se repite la antífona.
ANTÍFONA 2
Los niños hebreos extendían sus mantos por el camino y aclamaban: “Hosanna al Hijo de David, bendito el que viene en nombre del Señor”.
Salmo 46
Aplaudan, pueblos todos; aclamen al Señor, de gozo llenos; que el Señor, el Altísimo, es terrible y de toda la tierra, rey supremo. Se repite la antífona. Fue él quien nos puso por encima de todas las naciones y los pueblos, al elegirnos como herencia suya, orgullo de Jacob, su predilecto. Se repite la antífona. Entre voces de júbilo y trompetas, Dios, el Señor, asciende hasta su trono. Cantemos en honor de nuestro Dios, al rey honremos y cantemos todos. Se repite la antífona.
Porque Dios es el rey del universo, cantemos el mejor de nuestros cantos. Reina Dios sobre todas las naciones desde su trono santo. Se repite la antífona. Los jefes de los pueblos se han reunido con el pueblo de Dios, Dios de Abraham, porque de Dios son los grandes de la tierra. Por encima de todo Dios está. Se repite la antífona.
Se pueden tomar los Himnos a Cristo Rey, en latín o en español de las pp.253- 255 [264-267].
HIMNO A CRISTO REY
¡Que viva mi Cristo,
que viva mi Rey,
que impere doquiera
triunfante su ley! (2)
¡Viva Cristo Rey,
Viva Cristo Rey!
1. Mexicanos, un Padre tenemos
que nos dio de la Patria la unión,
a ese Padre gozosos cantemos
empuñando con fe su pendón.
2. Demos gracias al Padre que
ha hecho
que tengamos de herencia la luz
y podamos vivir en el reino
que su Hijo nos dio por la cruz.
3. Dios le dio el poder, la victoria;
pueblos todos, venid y alabad
a este Rey de los cielos y tierra
en quien sólo tenemos la paz.
4. Rey eterno, Rey universal,
en quien todo ya se restauró,
te rogamos que todos los pueblos
sean unidos en un solo amor.
Al entrar la procesión en la iglesia, se canta el siguiente responsorio u otro canto alusivo a la entrada del Señor en Jerusalén:
RESPONSORIO
R. Al entrar el Señor en la ciudad santa, los niños hebreos, anunciando con anticipación la resurrección del Señor de la vida, * con palmas en las manos, aclamaban: Hosanna en el cielo.
V. Al enterarse de que Jesús llegaba a Jerusalén, el pueblo salió a su encuentro. R. Con palmas en las manos, aclamaban: Hosanna en el cielo.
El sacerdote, al llegar al altar, hace la debida reverencia y, si lo juzga oportuno, lo inciensa. Luego se dirige a la sede donde se quita la capa pluvial, si la usó, y se pone la casulla y, omitidos los demás ritos iniciales de la Misa, incluso el Señor, ten piedad, si es oportuno, dice la oración colecta y prosigue la Misa de la manera acostumbrada.
Segunda forma: Entrada solemne
Los fieles se reúnen ante la puerta de la iglesia o bien dentro de la misma iglesia, llevando los ramos en la mano. El sacerdote, los ministros y algunos de los fieles, van a un sitio adecuado de la iglesia, fuera del presbiterio en donde pueda ser vista fácilmente la celebración, al menos por la mayor parte de los fieles. Cantada la antífona o algún otro canto adecuado, se bendicen los ramos y se lee el Evangelio de la entrada del Señor en Jerusalén. Después el sacerdote va solemnemente hacia el presbiterio a través de la iglesia, acompañado por los ministros, mientras se canta el responsorio u otro canto apropiado. Al llegar al altar, el sacerdote hace la debida reverencia. Enseguida va a la sede y, omitidos los ritos iniciales, dice la oración colecta y prosigue la Misa de la manera acostumbrada.
Tercera forma: Entrada sencilla
Se efectúa corno en la Misa ordinaria, comenzando, si es posible, cantando la antífona de entrada (u otro canto sobre el mismo tema). Si no se canta, el sacerdote lee la antífona después del saludo inicial.
Ver la p. 256 [Núms. 12-15 y 16-17] [268 Núms. 12-15 y 16-17].
LA MISA ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Jn 12, 1. 12-13; Sal 23, 9-10
Seis días antes de la Pascua, cuando el Señor entró a la ciudad de Jerusalén, salieron los niños a su encuentro y llevando en sus manos ramos de palmera aclamaban con fuerte voz: * Hosanna en el cielo. Bendito tú, que vienes lleno de bondad y de misericordia. – Puertas, ábranse de par en par; agrándense, portones eternos, porque va a entrar el Rey de la gloria. Y ¿quién es ese Rey de la gloria? El Señor de los ejércitos es el Rey de la gloria. * Hosanna en el cielo. Bendito tú, que vienes lleno de bondad y de misericordia.
No se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que nuestro Salvador se hiciera hombre y padeciera en la cruz para dar al género humano ejemplo de humildad, concédenos, benigno, seguir las enseñanzas de su pasión y que merezcamos participar de su gloriosa resurrección. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
[No aparté mi rostro de los insultos, y sé que no quedaré avergonzado.]
Del libro del profeta Isaías 50, 4-7
En aquel entonces, dijo Isaías: “El Señor me ha dado una lengua experta, para que pueda confortar al abatido con palabras de aliento. Mañana tras mañana, el Señor despierta mi oído, para que escuche yo, como discípulo. El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras y yo no he opuesto resistencia ni me he echado para atrás.
Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban de la barba. No aparté mi rostro de los insultos y salivazos. Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido, por eso endureció mi rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado”. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL del salmo 21
R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Todos los que me ven, de mí se burlan; me hacen gestos y dicen: “Confiaba en el Señor, pues que él lo salve; si de veras lo ama, que lo libre”. R.
Los malvados me cercan por doquiera como rabiosos perros. Mis manos y mis pies han taladrado y se pueden contar todos mis huesos. R.
Reparten entre sí mis vestiduras y se juegan mi túnica a los dados. Señor, auxilio mío, ven y ayúdame, no te quedes de mí tan alejado. R.
Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré. Fieles del Señor, alábenlo; glorifícalo, linaje de Jacob; témelo, estirpe de Israel. R.
SEGUNDA LECTURA
[Cristo se humilló a sí mismo; por eso Dios lo exaltó.]
De la carta del apóstol san Pablo a los filipenses 2, 6-11
Cristo, siendo Dios, no consideró que debía aferrarse a las prerrogativas de su condición divina, sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de siervo, y se hizo semejante a los hombres. Así, hecho uno de ellos, se humilló a sí mismo y por obediencia aceptó incluso la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que, al nombre de Jesús, todos doblen la rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y todos reconozcan públicamente que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. Palabra de Dios.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Flp 2, 8-9
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Cristo se humilló por nosotros y por obediencia aceptó incluso la muerte y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre.
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Se lee la historia de la Pasión del Señor. No se llevan ciriales ni incienso, ni se hace al principio el saludo, ni se signa el libro. La lectura la hace un diácono o, en su defecto, el sacerdote. Puede también ser hecha por lectores, reservando al sacerdote, si es posible, la parte correspondiente a Cristo. Solamente los diáconos piden la bendición del celebrante antes del canto de la Pasión, como se hace antes del Evangelio.
EVANGELIO
Lc 22, 14–23, 56; forma breve: 23, 1-49
Cuando la lectura se hace alternada:
C = Cronista; S = “Sinagoga”; y ╬ = Cristo
Puede elegirse la lectura breve de la Pasión por razones pastorales *
PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN SAN LUCAS,
[Llegada la hora de cenar, se sentó Jesús con sus discípulos y les dijo:
╬ “Cuánto he deseado celebrar esta Pascua con ustedes, antes de padecer, porque yo les aseguro que ya no la volveré a celebrar, hasta que tenga cabal cumplimiento en el Reino de Dios”.
C Luego tomó en sus manos una copa de vino, pronunció la acción de gracias y dijo:
╬ “Tomen esto y repártanlo entre ustedes, porque les aseguro que ya no volveré a beber del fruto de la vid hasta que venga el Reino de Dios”.
C Tomando después un pan, pronunció la acción de gracias, lo partió y se lo dio, diciendo:
╬ “Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía”.
C Después de cenar, hizo lo mismo con una copa de vino, diciendo:
╬ “Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre, que se derrama por ustedes”.
“Pero miren: la mano del que me va a entregar está conmigo en la mesa. Porque el Hijo del hombre va a morir, según lo decretado; pero ¡ay de aquel hombre por quien será entregado!”
C Ellos empezaron a preguntarse unos a otros quién de ellos podía ser el que lo iba a traicionar.
C Después los discípulos se pusieron a discutir sobre cuál de ellos debería ser considerado como el más importante. Jesús les dijo:
╬ “Los reyes de los paganos los dominan, y los que ejercen la autoridad se hacen llamar bienhechores. Pero ustedes no hagan eso, sino todo lo contrario: que el mayor entre ustedes actúe como si fuera el menor, y el que gobierna, como si fuera un servidor. Porque, ¿quién vale más, el que está a la mesa o el que sirve? ¿Verdad que es el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de ustedes como el que sirve. Ustedes han perseverado conmigo en mis pruebas, y yo les voy a dar el Reino, como mi Padre me lo dio a mí, para que coman y beban a mi mesa en el Reino, y se siente cada uno en un trono, para juzgar a las doce tribus de Israel”.
C Luego añadió:
╬ “Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido permiso para zarandearlos como trigo; pero yo he orado por ti, para que tu fe no desfallezca; y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos”.
C Él le contestó:
S “Señor, estoy dispuesto a ir contigo incluso a la cárcel y a la muerte”.
C Jesús le replicó:
╬ “Te digo, Pedro, que hoy, antes de que cante el gallo, habrás negado tres veces que me conoces”.
C Después les dijo a todos ellos:
╬ “Cuando los envié sin provisiones, sin dinero ni sandalias, ¿acaso les faltó algo?”
C Ellos contestaron:
S “Nada”.
C Él añadió:
╬ “Ahora, en cambio, el que tenga dinero o provisiones, que los tome; y el que no tenga espada, que venda su manto y compre una. Les aseguro que conviene que se cumpla esto que está escrito de mí: Fue contado entre los malhechores, porque se acerca el cumplimiento de todo lo que se refiere a mí”.
C Ellos le dijeron:
S “Señor, aquí hay dos espadas”.
C Él les contestó:
╬ “¡Basta ya!”
C Salió Jesús, como de costumbre, al monte de los Olivos y lo acompañaron los discípulos. Al llegar a ese sitio, les dijo:
╬ “Oren, para no caer en la tentación”.
C Luego se alejó de ellos a la distancia de un tiro de piedra y se puso a orar de rodillas, diciendo:
╬ “Padre, si quieres, aparta de mí esta amarga prueba; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya”.
C Se le apareció entonces un ángel para confortarlo; él, en su angustia mortal, oraba con mayor insistencia, y comenzó a sudar gruesas gotas de sangre, que caían hasta el suelo. Por fin terminó su oración, se levantó, fue hacia sus discípulos y los encontró dormidos por la pena. Entonces les dijo:
╬ “¿Por qué están dormidos? Levántense y oren para no caer en la tentación”.
C Todavía estaba hablando, cuando llegó una turba encabezada por Judas, uno de los Doce, quien se acercó a Jesús para besarlo. Jesús le dijo:
╬ “Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?”
C Al darse cuenta de lo que iba a suceder, los que estaban con él dijeron: S “Señor, ¿los atacamos con la espada?”
C Y uno de ellos hirió a un criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. Jesús intervino, diciendo:
╬ “¡Dejen! ¡Basta!”
C Le tocó la oreja y lo curó.
Después Jesús dijo a los sumos sacerdotes, a los encargados del templo y a los ancianos que habían venido a arrestarlo:
╬ “Han venido a aprehenderme con espadas y palos, como si fuera un bandido. Todos los días he estado con ustedes en el templo y no me echaron mano. Pero ésta es su hora y la del poder de las tinieblas”.
C Ellos lo arrestaron, se lo llevaron y lo hicieron entrar en la casa del sumo sacerdote. Pedro los seguía desde lejos. Encendieron fuego en medio del patio, se sentaron alrededor y Pedro se sentó también con ellos. Al verlo sentado junto a la lumbre, una criada se le quedó mirando y dijo:
S “Este también estaba con él”.
C Pero él lo negó diciendo:
S “No lo conozco, mujer”.
C Poco después lo vio otro y le dijo:
S “Tú también eres uno de ellos”.
C Pedro replicó:
S “¡Hombre, no lo soy!”
C Y como después de una hora, otro insistió:
S “Sin duda que éste también estaba con él, porque es galileo”.
C Pedro contestó:
S “¡Hombre, no sé de qué hablas!”
C Todavía estaba hablando, cuando cantó un gallo.
El Señor, volviéndose, miró a Pedro. Pedro se acordó entonces de las palabras que el Señor le había dicho: ‘Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces’, y saliendo de allí se soltó a llorar amargamente.
Los hombres que sujetaban a Jesús se burlaban de él, le daban golpes, le tapaban la cara y le preguntaban:
S “¿Adivina quién te ha pegado?”
C Y proferían contra él muchos insultos.
Al amanecer se reunió el consejo de los ancianos con los sumos sacerdotes y los escribas. Hicieron comparecer a Jesús ante el sanedrín y le dijeron:
S “Si tú eres el Mesías, dínoslo”.
C Él les contestó:
╬ “Si se lo digo, no lo van a creer, y si les pregunto, no me van a responder. Pero ya desde ahora, el Hijo del hombre está sentado a la derecha de Dios todopoderoso”.
C Dijeron todos: S “Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?”
C Él les contestó:
╬ “Ustedes mismos lo han dicho: sí lo soy”.
C Entonces ellos dijeron:
S “¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Nosotros mismos lo hemos oído de su boca”. ]
* Comienza la lectura breve
C El consejo de los ancianos, con los sumos sacerdotes y los escribas, se levantaron y llevaron a Jesús ante Pilato. Entonces comenzaron a acusarlo, diciendo:
S “Hemos comprobado que éste anda amotinando a nuestra nación y oponiéndose a que se pague tributo al César y diciendo que él es el Mesías rey”.
C Pilato preguntó a Jesús:
S “¿Eres tú el rey de los judíos?”
C Él le contesto:
╬ “Tú lo has dicho”.
C Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la turba:
S “No encuentro ninguna culpa en este hombre”.
C Ellos insistían con más fuerza, diciendo:
S “Solivianta al pueblo enseñando por toda Judea, desde Galilea hasta aquí”.
C Al oír esto, Pilato preguntó si era galileo, y al enterarse de que era de la jurisdicción de Herodes, se lo remitió, ya que Herodes estaba en Jerusalén precisamente por aquellos días.
Herodes, al ver a Jesús, se puso muy contento, porque hacía mucho tiempo que quería verlo, pues había oído hablar mucho de él y esperaba presenciar algún milagro suyo. Le hizo muchas preguntas, pero él no le contestó ni una palabra. Estaban ahí los sumos sacerdotes y los escribas, acusándolo sin cesar. Entonces Herodes, con su escolta, lo trató con desprecio y se burló de él, y le mandó poner una vestidura blanca. Después se lo remitió a Pilato. Aquel mismo día se hicieron amigos Herodes y Pilato, porque antes eran enemigos.
Pilato convocó a los sumos sacerdotes, a las autoridades y al pueblo, y les dijo:
S “Me han traído a este hombre, alegando que alborota al pueblo; pero yo lo he interrogado delante de ustedes y no he encontrado en él ninguna de las culpas de que lo acusan. Tampoco Herodes, porque me lo ha enviado de nuevo. Ya ven que ningún delito digno de muerte se ha probado. Así pues, le aplicaré un escarmiento y lo soltaré”.
C Con ocasión de la fiesta, Pilato tenía que dejarles libre a un preso. Ellos vociferaron en masa, diciendo:
S “¡Quita a ése! ¡Suéltanos a Barrabás!”
C A éste lo habían metido en la cárcel por una revuelta acaecida en la ciudad y un homicidio.
Pilato volvió a dirigirles la palabra, con la intención de poner en libertad a Jesús; pero ellos seguían gritando:
S “¡Crucifícalo, crucifícalo!”
C Él les dijo por tercera vez:
S “¿Pues qué ha hecho de malo? No he encontrado en él ningún delito que merezca la muerte; de modo que le aplicaré un escarmiento y lo soltaré”.
C Pero ellos insistían, pidiendo a gritos que lo crucificara. Como iba creciendo el griterío, Pilato decidió que se cumpliera su petición; soltó al que le pedían, al que había sido encarcelado por revuelta y homicidio, y a Jesús se lo entregó a su arbitrio.
Mientras lo llevaban a crucificar, echaron mano a un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y lo obligaron a cargar la cruz, detrás de Jesús. Lo iba siguiendo una gran multitud de hombres y mujeres, que se golpeaban el pecho y lloraban por él. Jesús se volvió hacia las mujeres y les dijo:
╬ “Hijas de Jerusalén, no lloren por mí; lloren por ustedes y por sus hijos, porque van a venir días en que se dirá: ‘¡Dichosas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado!’ Entonces dirán a los montes: ‘Desplómense sobre nosotros’, y a las colinas: ‘Sepúltennos’, porque si así tratan al árbol verde, ¿qué pasará con el seco?”
C Conducían, además, a dos malhechores, para ajusticiarlos con él. Cuando llegaron al lugar llamado “la Calavera”, lo crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda. Jesús decía desde la cruz:
╬ “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.
C Los soldados se repartieron sus ropas, echando suertes.
El pueblo estaba mirando. Las autoridades le hacían muecas, diciendo:
S “A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el elegido”.
C También los soldados se burlaban de Jesús, y acercándose a él, le ofrecían vinagre y le decían:
S “Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo”.
C Había, en efecto, sobre la cruz, un letrero en griego, latín y hebreo, que decía: “Este es el rey de los judíos”.
Uno de los malhechores crucificados insultaba a Jesús, diciéndole: S “Si tú eres el Mesías, sálvate a ti mismo y a nosotros”.
C Pero el otro le reclamaba, indignado:
S “¿Ni siquiera temes tú a Dios estando en el mismo suplicio? Nosotros justamente recibimos el pago de lo que hicimos. Pero éste ningún mal ha hecho”.
C Y le decía a Jesús:
S “Señor, cuando llegues a tu Reino, acuérdate de mí”.
C Jesús le respondió:
╬ “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”.
C Era casi el mediodía, cuando las tinieblas invadieron toda la región y se oscureció el sol hasta las tres de la tarde. El velo del templo se rasgó a la mitad. Jesús, clamando con voz potente, dijo:
╬ “¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!”
C Y dicho esto, expiró.
Aquí se arrodillan todos y se hace una breve pausa.
C El oficial romano, al ver lo que pasaba, dio gloria a Dios, diciendo:
S “Verdaderamente este hombre era justo”.
C Toda la muchedumbre que había acudido a este espectáculo, mirando lo que ocurría, se volvió a su casa dándose golpes de pecho. Los conocidos de Jesús se mantenían a distancia, lo mismo que las mujeres que lo habían seguido desde Galilea, y permanecían mirando todo aquello.
Fin de la lectura breve
C Un hombre llamado José, consejero del sanedrín, hombre bueno y justo, que no había estado de acuerdo con la decisión de los judíos ni con sus actos, que era natural de Arimatea, ciudad de Judea, y que aguardaba el Reino de Dios, se presentó ante Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Lo bajó de la cruz, lo envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro excavado en la roca, donde no habían puesto a nadie todavía. Era el día de la Pascua y ya iba a empezar el sábado. Las mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea acompañaron a José para ver el sepulcro y cómo colocaban el cuerpo. Al regresar a su casa, prepararon perfumes y ungüentos, y el sábado guardaron reposo, conforme al mandamiento. Palabra del Señor. Después de la lectura de la Pasión, puede tenerse, si se cree oportuno, una breve homilía. También se puede guardar un momento de silencio. Se dice Credo y se hace la oración universal.
ORACIÓN DE LOS FIELES:
Imploremos a Jesús, nuestro Sumo Sacerdote, que en la cruz presentó oraciones y súplicas al Padre, y pidámosle por todos los hombres:
1. Para que el Señor tenga piedad de los fieles que han caído en el pecado, les dé valor para recurrir al sacramento de la penitencia y les conceda el gozo del perdón y de la paz, roguemos al Señor.
2. Para que la sangre de Jesús –que habla más favorablemente que la de Abel– reconcilie con Dios a los que aún están lejos a causa de la ignorancia, la indiferencia o las propias pasiones, roguemos al Señor.
3. Para que el Señor –que en la cruz experimentó la amargura de sentirse triste y abandonado– se apiade de los enfermos y los oprimidos a fin que los conforte en su aflicción, roguemos al Señor.
4. Para que el Señor –que recibió en su Reino al ladrón arrepentido– se apiade de nosotros y nos admita, después de la muerte, en su paraíso, roguemos al Señor.
Dios todopoderoso y eterno, que enviaste a tu Hijo al mundo, para que destruyera el pecado y la muerte, y nos devolviera la vida y la felicidad, escucha las oraciones de tu pueblo y haz que podamos gozar de los frutos de su redención. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Que la pasión de tu Unigénito, Señor, nos atraiga tu perdón, y aunque no lo merecemos por nuestras obras, por la mediación de este sacrificio único, lo recibamos de tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO: La Pasión del Señor.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
El cual, siendo inocente, se dignó padecer por los pecadores y fue injustamente condenado por salvar a los culpables; con su muerte borró nuestros delitos y, resucitando, conquistó nuestra justificación.
Por eso, te alabamos con todos los ángeles y te aclamamos con voces de júbilo, diciendo: Santo, Santo, Santo…
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Mt 26, 42
Padre mío, si no es posible evitar que yo beba este cáliz, hágase tu voluntad.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Tú que nos has alimentado con esta Eucaristía, y por medio de la muerte de tu Hijo nos das la esperanza de alcanzar lo que la fe nos promete, concédenos, Señor, llegar, por medio de su resurrección, a la meta de nuestras esperanzas. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO
Dios y Padre nuestro, mira con bondad a esta familia tuya, por la cual nuestro Señor Jesucristo no dudó en entregarse a sus verdugos y padecer el tormento de la cruz. Por Jesucristo, nuestro Señor.
* SAN SABÁS REYES SALAZAR
Nació en Cocula, Jal. (Arquidiócesis de Guadalajara), el 5 de diciembre de 1883. Vicario de Tototlán, Jal. (Diócesis de San Juan de los Lagos). Sencillo y fervoroso, tenía especial devoción a la Santísima Trinidad. También invocaba frecuentemente a las ánimas del purgatorio. Procuró mucho la formación de los niños jóvenes, tanto en la catequesis como en la enseñanza de ciencias, oficios y artes, especialmente en la música. Cumplido y abnegado en su ministerio. Exigía mucho respeto en todo lo referente al culto y le gustaba que con prontitud se cumpliera cualquier deber. Cuando, por el peligro que había para los sacerdotes, le aconsejaban que saliera de Tototlán, él replicaba: «A mí aquí me dejaron y aquí espero, a ver qué dispone Dios». En la Semana Santa de 1927 llegaron las tropas federales y los agraristas buscando al Sr. Cura Francisco Vizcarra y a sus ministros. Sólo encontraron al padre Reyes y en él concentraron todo su odio. Lo tomaron preso, lo ataron fuertemente a una columna del templo parroquial, lo torturaron tres días por medio del hambre y la sed y con sadismo incalificable, le quemaron las manos porque estaban consagradas. El 13 de abril de 1927, Miércoles Santo, fue conducido al cementerio. Lo remataron a balazos, pero antes de morir, más con el alma que con la voz, pudo gritar el sacerdote mártir: «¡Viva Cristo Rey!».

Domingo de ramos toca playera Roja
























































































LOS NIÑOS HEBREOS
Tempo= 000
Style= 000
Voice= 000
Intro: Em G B7 Em B7 Em
Em D G
Los niños hebreos, llevando ramos de olivos
Am Em F# B7
salieron al encuentro del Señor aclamando
Em D G
Hosanna en el cielo, hooosanna en el cielo
Am B7 Em B7
hosaaanna en el cielo
Em Am Em
Portones abrid los dinteles
Am Em
que se alcen las puertas eternas
G D Em
va a entrar el Rey de la gloria
Am Em C B7
heroe valeroso y Dios de Israel
Em D G
Los niños hebreos, llevando ramos de olivos
Am Em F# B7
salieron al encuentro del Señor aclamando
Em D G
Hosanna en el cielo, hooosanna en el cielo
Am B7 Em B7
hosaaanna en el cielo








ARRIBA NUESTROS RAMOS
Tempo=
Intro:
Em Am Em Am Em F G C
G C G C G E7 Am
Em Am Em Am Em F G C
¡Arriba nuestros ramos, cantando al Señor,
G C G C G E7 Am
Arriba nuestros ramos, cantando al Señor!
C
¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
Em F G Am Em F G Am
¡Jesús, nuestra esperanza, Jesús liberador!
Am G Am C G Am
Era un domingo, allá en Jerusalén,
D E7 Am F E
cuando en un burrito Jesús entra a padecer.
Am G Am C G Am
Todo el pueblo humilde lo salió a recibir,
D E7 Am E7 Am
y con entusiasmo comenzaron a decir:
Em Am Em Am Em F G C
¡Arriba nuestros ramos, cantando al Señor,
G C G C G E7 Am
Arriba nuestros ramos, cantando al Señor! C
¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
Em F G Am Em F G Am¡
Jesús, nuestra esperanza, Jesús liberador!
Am G Am C G Am
Pero el mejor canto que Jesús quiso escuchar
D E7 Am F E7
fue el canto puro de los niños del lugar.
Am G Am C G Am
Ellos saludaban a Jesús Liberador.
D E7 Am E7 Am
Cristo, el esperado de los pobres del Señor.
Em Am Em Am Em F G C
¡Arriba nuestros ramos, cantando al Señor,
G C G C G E7 Am
Arriba nuestros ramos, cantando al Señor! C
¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
Em F G Am Em F G Am¡
Jesús, nuestra esperanza, Jesús liberador!
Am G Am C G Am
Hoy también nosotros te queremos recibir,
D E7 Am F E7
y por tu camino serte fieles hasta el fin.
Am G Am C G Am
Cristo, nos conduces hacia el Reino de la luz:
D E7 Am E7 Am
marcas nuestra huella con la sangre de tu cruz.
Em Am Em Am Em F G C
¡Arriba nuestros ramos, cantando al Señor,
G C G C G E7 Am
Arriba nuestros ramos, cantando al Señor! (2) C
¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
Em F G Am Em F G Am¡
Jesús, nuestra esperanza, Jesús liberador!
Am G Am C G Am
Llegan ya los días de la Pascua del Señor:
D E7 Am F E
Cristo con su muerte nos da vida y salvación.
Am G Am C G Am
Juntos revivamos el misterio de la cruz
D E7 Am E7 Am
y compartiremos el gran triunfo de Jesús.
Em Am Em Am Em F G C
¡Arriba nuestros ramos, cantando al Señor,
G C G C G E7 Am
Arriba nuestros ramos, cantando al Señor! C
¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
Em F G Am Em F G Am¡
Jesús, nuestra esperanza, Jesús liberador!








































HOSANNA
Tempo= 000
Style= 000
Voice= 000
Intro: C G Am F C Dm G
C G Am F C Dm G C
C G Am
Hosanna, hooosanna
F C
bendito el que viene
Dm G
en nombre del Señor
C G Am
Hosanna, hooosanna
F C
bendito el que viene
Dm G C
en nombre del Señor
C
Jesús hijo de David
F C
Jesús el hijo de Dios
F C
Su reino o tendrá fin
Dm G C
a Él gloria y honor
C G Am
Hosanna, hooosanna
F C
bendito el que viene
Dm G
en nombre del Señor
C G Am
Hosanna, hooosanna
F C
bendito el que viene
Dm G C
en nombre del Señor
C G Am F C Dm G
C G Am F C Dm G C
C
Al mundo vino a salvar
F C
a todos da su perdón
F C
a todos quiere sanar
Dm G C
a Él gloria y honor
C G Am
Hosanna, hooosanna
F C
bendito el que viene
Dm G
en nombre del Señor
C G Am
Hosanna, hooosanna
F C
bendito el que viene
Dm G C
en nombre del Señor
C G Am F C Dm G
C G Am F C Dm G C
C
Entrando en Jerusalén
F C
Triunfante es el Señor
F C
alábenlo a Él
Dm G C
a Él gloria y honor
C G Am
Hosanna, hooosanna
F C
bendito el que viene
Dm G
en nombre del Señor
C G Am
Hosanna, hooosanna
F C
bendito el que viene
Dm G C
en nombre del Señor
























SALIDA
HIMNO CRISTOLÓGICO
Tempo= 000
Style= 000
Voice= 000
Intro: Em A C D Em
Em A Bm F#m Em A D G F#7 Bm
Em A Bm F#m Em
Cristo Jesús el cual existía en la forma de Dios
A D G F#m Bm
no exigió tener la gloria debida a su divinidad.
Em A Bm F#m Em
Se anonadó tomando la forma de siervo de Dios
A D G F#m Bm
y se asemejó a todos los hombres en su condición.
Em Bm
HACIÉNDOSE HOMBRE
G Bm
SE HUMILLÓ
Em Bm
SE HIZO OBEDIENTE
D F#7 Bm
HASTA MORIR EN LA CRUZ
G F#7 Bm
HASTA MORIR EN LA CRUZ
Em A Bm F#m Em A D G F#7 Bm
Em A Bm F#m Em
Por eso Dios de forma admirable a Cristo exaltó
A D G F#m Bm
y le otorgó un nombre tan alto que a todo excedió.
Em A Bm F#m Em
Para que así el cosmos entero se centre en Jesús
A D G F#m Bm G A Bm
Él es el Señor que a todos conduce al Padre. Amén.


































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